
En nuestra tierra, donde no es abundante, se le aprecia más por la belleza de sus flores que por su valor culinario y son pocas las personas que han probado este alimento. En los catálogos de jardinería se conoce a este tubérculo con el nombre de tupinambú o patata de Málaga, aunque la segunda acepción es equívoca, pues sirve también para designar al boniato, que pertenece a otra especie.
El nombre científico es Helianthus tuberosus y pertenece a la familia de los girasoles. La planta crecía silvestre en Nueva Escocia, hasta que un francés la encontró a mediados del siglo XVII y la trajo a Europa. Cuando la presentó por primera vez en el mercado de París, los franceses la bautizaron con el nombre de topinambour, el de una tribu de indios traídos también de América que eran exhibidos como curiosidad junto con la exótica hortaliza.
Los italianos, algo más tarde, mostraron más cordura y designaron al tubérculo como girasole de Canadá, que está más de acuerdo con su naturaleza botánica y con su nombre en lengua nativa: Kaischuc Penauk, que significa raíces de sol.
Fueron los holandeses quienes lo cultivaron en cantidades importantes después de importarlo de Italia y le pusieron el nombre de alcachofas de Jerusalén. Alcachofas por su gusto, y Jerusalén como una corrupción del nombre italiano girasole. Con esta identidad pasó a Inglaterra, donde, a pesar de que pronto se descubrió el error de la denominación, se siguió manteniendo.
En la época victoriana estuvo de moda una sopa hecha con tupinambú, que de acuerdo con el hábito muy inglés de perseverar en sus históricos errores, se llamó sopa palestina.
PURÉ DE TUPINAMBÚ
Los tubérculos, una vez limpios, se cuecen durante 20 minutos en agua y sal, se pasan por el chino con unas cucharadas de puré de patata para darle consistencia. Antes de servirlo, se añade cuando está todavía caliente un buen trozo de mantequilla. Puede sustituir a la alcachofa o a la patata en cualquiera de sus aplicaciones usuales. Fuente, Imagen.Fin
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