Las biznagas: cactus globosos, gigantes desconocidos

Texto: Luci Cruz Wilson

Sin lugar a dudas, las plantas más emblemáticas de México son las cactáceas o cactus. Órganos, nopales, sahuaros, choyas y biznagas son sólo algunas de las cientos de representantes de la familia de las cactáceas que por su gran belleza son sumamente apreciadas por coleccionistas de todo el planeta. De entre ellas destacan las biznagas, que sirven de materia prima para elaborar el tradicional y muy mexicano dulce de acitrón.
Los cactus son plantas endémicas de América y su distribución natural abarca prácticamente todo el continente. En México, una gran variedad de cactus conquistó los áridos y extensos territorios del norte y centro del país. Se calcula que la familia incluye alrededor de 110 géneros y cerca de 2 000 especies; nuestro país está considerado como el de mayor diversidad para la familia, con la presencia de alrededor de 52 géneros y 850 especies, y de ellas cerca del 75 por ciento son endémicas. Estas plantas habitan no sólo las regiones áridas y semiáridas del país, sino que con sus variadas formas de vida han logrado desarrollarse en diversos ambientes, como son las selvas tropicales y los bosques templados.
EN UN AMBIENTE POCO AMABLE
La mayoría de las biznagas se encuentran en las zonas áridas y semiáridas que ocupan más de la mitad del territorio mexicano (casi 100 millones de hectáreas). Las zonas áridas norteñas están representadas por los desiertos de Chihuahua (Chihuahua, Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí y porciones de Durango, Nuevo León e Hidalgo) y de Sonora (Baja California, Baja California Sur, Sonora y una parte de Sinaloa). Por su parte, en el centro del país hay una importante región árida que abarca los estados de Querétaro, Oaxaca y, particularmente, Puebla, en la zona conocida como Tehuacán-Cuicatlán.
Al contrario de la imagen carente de vida que se tiene de ellas, las zonas áridas y semiáridas son lugares ricos en especies, a pesar de la escasez de agua y de las temperaturas extremosas. En estos ecosistemas las plantas crecen muy espaciadas y desarrollan eficientes maneras de sobrevivir. La mayoría de sus características morfológicas y fisiológicas están relacionadas con el uso eficaz del agua. Algunas escapan a la sequía germinando y creciendo rápidamente sólo cuando llega a llover. Así, antes de morir dejan semillas que germinarán sólo cuando las lluvias regresen. Las que permanecen todo el tiempo soportan el clima ahorrando agua con sus hojas pequeñas o transformadas en espinas, troncos y ramas suculentas, es decir, capaces de almacenar grandes cantidades de agua resguardada por gruesas cutículas para evitar la evaporación, y con extensos sistemas de raíces poco profundas y raíces primarias muy profundas para alcanzar las aguas subterráneas.
Las biznagas son plantas muy bien adaptadas a la vida de estas inhóspitas regiones. Su forma esférica puede reducir al mínimo la pérdida de agua por evaporación y conservarla en sus tejidos por la disminución de la superficie transpiratoria. Asimismo, como el resto de los cactus, las biznagas tienen flores grandes, aromáticas y de vistosos colores que atraen a mariposas, colibríes, murciélagos, abejas y abejorros que contribuyen a su polinización. Sus frutos, tanto jugosos como secos, son alimento de reptiles, aves y pequeños mamíferos que ayudan a la dispersión de las semillas. Crecen muy lentamente y requieren de plantas “nodrizas” que les proporcionen sombra y humedad, especialmente durante la germinación y sus primeras etapas de crecimiento.
NETAMENTE AMERICANAS
Como hasta la fecha no se han encontrado fósiles de cactáceas, no se sabe a ciencia cierta en qué época se originaron y cuándo se diferenciaron, pero parece ser que evolucionaron a partir de plantas no suculentas y con hojas bien desarrolladas que vivieron en territorios emergidos del Caribe hace entre 90 y 100 millones de años, una vez que, por efecto de la deriva continental, América quedó separada de África, de modo que no hubo oportunidad para su dispersión, establecimiento y evolución en otros continentes.
ENTRE LAS CACTÁCEAS ¿DÓNDE SE UBICAN LAS BIZNAGAS?
La familia de las cactáceas posee tres subfamilias, una de ellas es la Cactoideae, que a su vez está compuesta por nueve tribus; entre éstas se encuentra la Cactaceae y a ella pertenecen los cactus con tallos esféricos, globosos o con forma de barril y con costillas. Aunque para mucha gente las biznagas son todos aquellos cactus más o menos esféricos, para los especialistas las biznagas son sólo los cactus esféricos de los géneros Echinocactus, Ferocactus y una especie del género Melocactus. En México, la mayoría de las biznagas habita en los desiertos de Sonora y Chihuahua y en algunas zonas de Hidalgo, Querétaro, Puebla y Oaxaca. Parece ser que la palabra “biznaga” (acuñada en 1495) proviene del árabe bistinaga, derivada del latín pastinaca, que significa “zanahoria”.
LIGADAS A NUESTRA CULTURA
La fascinación que entre los pueblos prehispánicos despertaban las cactáceas y su papel en las sociedades como parte fundamental de sus tradiciones, quedaron plasmados en códices como el Mendocino, el De la Cruz-Badiano y el Florentino. Los antiguos mexicanos denominaban a las biznagas con el vocablo náhuatl huitznahuac, que literalmente significa “rodeada de espinas”, de huitzli, “espina”, y nahuac, “alrededor”. Asimismo, llamaban a sus frutos teocomitl.
Se dice que a su regreso a España, Colón llevó algunas cactáceas que despertaron verdadera admiración por su peculiar belleza. Entre los primeros escritos en que se habla de los cactus se encuentran un volumen llamado Historia de las Indias, fechado en 1535, de Gonzalo Hernández y Valdez, y otro más, de 1570, de Petro Peña y Mathias L’Obel. Ambos describieron una planta de las Indias occidentales: se trataba de una biznaga del género Melocactus, y a ella correspondió la primera ilustración de una cactácea publicada en Europa. Más tarde, Francisco Hernández, y después Francisco Javier Clavijero, entre muchos otros estudiosos de la naturaleza, abordaron en sus obras la descripción y los usos de las cactáceas.
BIZNAGAS PROPIAMENTE DICHAS
Echinocactus
Habitan en los desiertos del norte del país y en los estados de Hidalgo, Puebla y Querétaro, y se diferencian por tener una densa corona de fibras lanosas. El género tiene seis especies que durante la primavera y el verano producen hermosas flores diurnas, generalmente amarillas, que pueden ser solitarias o crecer en grupos; miden desde unos cuantos centímetros hasta casi metro y medio de altura, con costillas cubiertas de largas y doradas espinas dispuestas en forma radial. La especie Echinocactus platyacanthus es tal vez la de mayor crecimiento, pues alcanza un gran grosor y hasta 2.5 metros de altura.
Ferocactus
Estas biznagas toman su nombre del latín ferox, que significa “feroz”, en referencia a sus largas espinas rojas, que en ocasiones tienen forma de gancho y que pueden medir hasta ¡26 centímetros de largo! Se reporta que éstas son usadas en algunas comunidades para recoger fruta. Son plantas que despiertan un gran interés entre los botánicos, y desafortunadamente también entre los coleccionistas. En este género están comprendidas veintinueve especies de biznagas con formas globosas y cilíndricas. Estas biznagas pueden estar solas o formando cúmulos. Sus flores amarillo-rojizas emergen también en primavera y verano. La talla de estas biznagas puede ser espectacular: de unos cuantos centímetros hasta 3 metros de altura. Se localizan en los desiertos del norte y centro del país, pero se les ubica mayormente en la península de Baja California.
Melocactus
Este es un género del que sólo se encuentra una especie en nuestro país. También resulta muy atractivo para los coleccionistas de cactus, pues tiene la peculiaridad de crecer en dos fases: una juvenil, en la que el tallo crece como el resto de las biznagas, en forma de barril, y una segunda, la adulta, en la que le crece una enorme protuberancia llamada cefalium, la cual cambia radicalmente su apariencia y en ocasiones puede tener hasta un metro de largo; ahí se ubican los órganos reproductores; este género florea y da frutos cada año. La especie M. curvispinus se encuentra en México y tiene como único hábitat algunas zonas del estado de Jalisco. Se trata de una biznaga pequeña de espinas blancuzcas y flores de color magenta que abren a media tarde.
DIVERSOS USOS
El uso de las cactáceas en México es muy variado y se remonta, como ya se mencionó, a la época prehispánica. En la actualidad el empleo de las cactáceas es muy amplio: son fuente de alimentación (tallo, flor, fruto y semillas), sirven como material de construcción, como combustibles, colorantes y forraje, y varias de ellas son elemento indispensable en los rituales religiosos de algunas comunidades indígenas. Las biznagas, por su parte, son utilizadas primordialmente con fines ornamentales, aunque algunos de sus frutos son preciados manjares, como sucede con las flores sin abrir o botones, conocidas como “cabuches”, y con la pulpa de algunas biznagas se confecciona un dulce tradicional muy apreciado y usado en la cocina mexicana: el acitrón. También es común que los habitantes de las regiones donde crecen las biznagas (Echinocactus), aprovechen la fibra lanosa de su corona para rellenar almohadas y colchones.
AMENAZADAS POR SU BELLEZA
Cuando los españoles llegaron a México, la rareza y hermosura de los cactus los sorprendieron a tal grado que comenzaron a colectarlos y a enviarlos a Europa, iniciando así un comercio que a lo largo de los años los ha llevado a ser uno de los grupos de plantas más amenazados en nuestro país. Pero no fue sino hasta el siglo XIX cuando esta actividad se convirtió en una seria amenaza para las cactáceas, y el saqueo de plantas y semillas de sus hábitat naturales ha sido constante y desmedido desde entonces. Los coleccionistas ofrecen grandes sumas de dinero por ellas, creando una enorme red de tráfico ilegal que colocan a muchas especies en riesgo de desaparecer o amenazadas.
Los esfuerzos por rescatar y proteger a los cactus son complicados debido a que se conoce muy poco de su biología, aunado al hecho de que la mayoría presenta un lento crecimiento y tiene ciclos de vida muy largos. Por otro lado, los desmontes para usos agrícolas o ganaderos, la extracción de minerales y los desarrollos urbanos han perturbado los hábitat naturales de las cactáceas en general. En estas circunstancias, diversas instituciones gubernamentales y no gubernamentales, junto con varias universidades, desarrollan estrategias de conservación encaminadas a la protección y preservación de las cactáceas, tales como las áreas naturales protegidas, la propagación y cultivo de cactus en viveros y el establecimiento de una legislación que propicie su uso sustentable, adhiriéndose a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
Sin embargo, es claro que resulta indispensable hacer una amplia difusión sobre esta problemática para involucrar al público en general en su conservación, pues el futuro de muchas especies depende de nuestra capacidad para revertir el proceso de saqueo y que el gusto por el coleccionamiento de cactus deje de ser una actividad destructiva para convertirse en el mecanismo que los proteja.

DULCE DE ACITRON
El dulce de acitrón consiste en impregnar la pulpa de la biznaga con un jarabe hasta que ésta se cristalice y la concentración de azúcar en su tejido alcance de 70 a 75 por ciento, sustituyendo al agua que la constituye. El dulce resultante debe ser de color crema a amarillo claro, translúcido en su interior y con un glaseado externo que le confiera una apariencia opaca, de textura suave y firme.

Ingredientes

1 kg de tallos de biznaga, 1 kg de azúcar, 4 tazas de agua.

Modo de preparar

1. Pele los tallos y cuézalos en agua hasta que estén tiernos. Déjelos enfriar y escurra.

2. Prepare un jarabe poniendo a cocer el azúcar con el agua hasta que tenga el punto de almíbar. Agregue los trozos de biznaga y cuézalos a fuego lento hasta que el jarabe espese. Retire del fuego y déjelos reposar durante no menos de 48 horas.

3. Pasado ese tiempo, póngalos nuevamente a fuego suave hasta que el jarabe espese aún más. Saque los trozos de acitrón del jarabe y escurra.

4. Mientras tanto, deje que el jarabe se siga cociendo hasta que adquiera el punto de hebra suave. Barnice los acitrones con este jarabe y deje que sequen completamente. Fuente.Fin

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